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"¿Quién dicen ustedes que soy yo?"

Evangelio según San Lucas 9,18-22.

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".

"Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas. Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias". Estas palabras del salmista de hoy son para darle vuelta. El salmista pide a Dios el don de la luz y la verdad o la luz de su verdad: es decir que Dios se muestre a su corazón y se transforme en su Buen Pastor o compañero de camino. Necesita que en su vida que no es fácil la Palabra de Dios se haga sentir y oriente. Otros salmos utilizan la idea de mostrar el camino.

Nuestra vida es una peregrinación, es un movimiento en el cual los protagonistas somos nosotros pero en su complejidad y misterio nos provoca a pedir un Pedagogo que nos oriente con su cercanía, su amistad, su sabiduría, y así nos muestre el sentido hacia donde orientar nuestros pasos. Para el salmista este caminar tiene un objetivo: llegar hasta Dios. Detrás esta la experiencia de fe del pueblo de Israel que todos los años peregrinaba hacia Jerusalén, hacia el templo, lugar en donde Dios habita, para celebrarlo, ofreciendo sacrificios y adorándolo con el canto. Pero ese rito religioso nos ayuda a entender nuestro caminar en la vida: vamos hacia Dios, nuestra vida es compartir la Vida misma de Dios, el gozo verdadero. Él es nuestra felicidad y en él nuestra vida es y será plena. Cristo así nos lo muestra: su encarnación, su hacer nuestro camino humano, su padecer, morir y resucitar, es la el signo potente que nuestra vida no es en vano y que todo en ella ha de estar orientada hacia Dios, q todo en ella, vivida en unión con su amor, nos ayuda a acercarnos más a su cielo que es nuestro cielo. Por supuesto que esta obra no es fácil: no siempre nos damos cuenta de esto, muchas veces perdemos el sentido o desfallecemos así como también nos distraemos en banalidades o nos dejamos enceguecer por las preocupaciones. Por eso hoy nos viene bien que renovemos nuestra fe y esperanza a la luz del evangelio y que nos dejemos animar por la voz de Dios que nos dice: "¡ánimo! ¡Manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes. Conforme a la alianza que hice con ustedes, mi espíritu estará con ustedes. No teman'. Que la luz y la verdad de Dios que resuenan en la palabra de este día nos iluminen y nos vuelvan a orientar hacia Aquel que es lo más importante, hacia Aquel que nadie podrá arrebatarnos. Hagamos del Dios amor el horizonte de nuestro diario peregrinar.

Que la virgen, mujer de la fe y la esperanza interceda por nosotros.

Buen viernes.


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