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¡El que pueda entender, que entienda!

  • Sebastian Sangoi
  • 14 ago 2015
  • 2 Min. de lectura

Evangelio según San Mateo 19,3-12.

Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?". El respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?". El les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio". Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse". Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!".

Al presentarle a Jesús la cuestión del divorcio, Jesús responde introduciendo no la cuestión legal sino el paradigma del corazón. Él ha hablado sobre la pureza de corazón como la capacidad de ver. Y es este paradigma, esta lente, que hemos de tener al hablar del amor vivido sea en el matrimonio como en el celibato en el reino de los cielos.

Al hacer referencia al origen Jesús nos invita no a la nostalgia del estado previo al pecado original sino al gozo de la gracia actual, gracia que siendo el amor de Dios en nuestros corazones nos permite vivir estas dos experiencias profundas del AMOR de un modo verdadero y pleno, sabiendo vivirlas a imagen y semejanza de Dios. Lo importante es dejar que el Espíritu de Dios nos ayude a formar nuestro corazón sacándolo de la dureza y convirtiéndolo en un corazón de carne. Por eso te invito a que reces por esto sea cual sea tu estado de vida...ser dóciles al Dios que nos quiere dar un corazón puro para vivir nuestras relaciones desde la libertad autentica. Que la María, virgen y esposa, interceda por nosotros. Buen viernes


 
 
 

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