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El Papa de la juventud.

El fin de semana del 10, 11 y 12 de Julio el Papa Francisco visito Paraguay. Fue notorio su cansncio, y dejo ver su "Tendón de Aquiles".

El viernes 10 de julio, al mediodía, llegábamos a Asunción del Paraguay, luego de 12 horas de viaje. Nos encontramos con un panorama de extraña tranquilidad al ingresar a la ciudad, considerando que el hombre mas importante de la Iglesia Católica llegaría al país más católico de América Latina. Él, llegó produciendo una gran movilización en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi. Se dirigió a la Nunciatura Apostólica, donde se hospedó durante los tres días de su estadía en Paraguay. Más tarde, a las 18 horas, visitó al Palacio de Lopez, en la costanera asunceña. Allí se encontró con el presidente y la clase política guaraní. El pueblo sólo pudo verlo circular por las calles, sobre su papa-móvil, pero a altas velocidades -a diferencia de otros encuentros- debido a la cantidad de encuentros que lo comprometían y el poco tiempo que tenía.

El segundo día del Papa en el corazón de Latinoamérica -como los paraguayos definen a su país- comenzó con la visita del Pontífice al Hospital Pediátrico "Niños de Costa Ñu", en San Lorenzo. Mientras tanto, algunos peregrinos ocupaban sus lugares esperando a Francisco en las afueras del Santuario de la Virgen de Caacupé, y otros tantos se dirigían a la vecina localidad de la capital Paraguaya. La misa fue corta y concisa. El cansancio del Sumo Pontífice era notorio. Eran los últimos días de una cansadora gira por Sudamérica. Las palabras del Santo Padre fueron escritas y directas, sin lugar a dudas ni a polémicas. Siempre exaltando la imagen de la mujer paraguaya y su enorme devoción por la Virgen de Caacupé. A las 16:30 se dirigió a un encuentro con la sociedad civil en el Polideportivo León Condou, del Colegio San José, de Asunción; y luego a las 18:30 horas se encontrará con los seminaristas de diferentes movimientos católicos en la Catedral Metropolitana.

El tercer día -domingo 12 de julio- comenzó con jóvenes, que desde la noche anterior, ya estaban haciendo vigilia en el Aeródromo de Ñu Guazú. Cerca de las 10 de la mañana, arribaba el Santo Padre al predio, donde lo esperaba una multitud para celebrar su misa de despedida. La emoción del pueblo paraguayo, y de los puñados de argentinos y brasileros que se habían movilizado, crecía al ver al sucesor de Pedro bendecir el pan y el vino. A pesar de esto, una vez más se escuchaba a un Francisco cansado. Era entendible, el Santo Padre, tenía largas jornadas de extensos recorridos y muchísima exposición. Desde Ñu Guazú, partió a un encuentro con los Obispos en la Nunciatura Apostólica; y a las 17 horas tendría su despedida en la costanera, donde se encontraría con los jóvenes.

Llegadas las 17 horas, en la costanera guaraní no cabía una gota de aire mientras esperaba a Francisco. "Esta es la juventud del Papa, esta es la juventud del Papa", coreaban los jóvenes mientras el papa-móvil se acercaba al escenario. Saludando a todos, con su sonrisa habitual, recibió las palabras de Monseñor Valenzuela, que le pedía que vuelva pronto a Paraguay. Minutos después, tomaron la palabra los jóvenes, que representados por Manuel y Liz le acercaron sus testimonios de vida al Sucesor de Pedro. Luego Orlando, otro joven, leyó las Bienaventuranzas y le pidió al Papa Francisco que rece por la Libertad de los jóvenes.

A partir de aquí el "Monólogo Papal" comenzó. Después de haber abrazado a los tres ponientes, el Papa tomo la palabra reflexionando sobre la LIBERTAD, la SOLIDARIDAD, el ESFUERZO, la ESPERANZA y otros valores presentes en los discursos de los jóvenes. Con sonrisas y cara emocionada por momentos, el Papa era otro. Ya no parecía el mismo hombre grande de 78 años que sufría el ritmo acelerado que le exigía la visita a Sudamérica.

Efusivo, dejó de lado el escrito que tenía preparado e interpeló a los presentes: "Necesitamos jóvenes con esperanza y fortaleza. No queremos jóvenes "debiluchos". Siguió el Santo Padre: "No queremos jóvenes que vivan cansados y con caras de aburridos".

Invitó a los jóvenes a "seguir haciendo lío", y recordó una anécdota con un sacerdote amigo, luego de aquella JMJ de Rio en 2013. "Un cura en broma me dijo, 'Usted siga aconsejando a los jóvenes que hagan lío. Pero después los líos que hacen los jóvenes los arreglamos nosotros'. Así que hagan lío, pero ayuden a organizar el lío que hacen". Emotivas, graciosas y directas fueron las palabras de este Papa Francisco que tantos sentimientos encontrados generó en la juventud.

Para finalizar, cerró con su clásico "Les pido, por favor, recen por mí y por todos los chicos que no tienen la gracia de conocer a Jesús".

Después de ver este cambio drástico en el modo de ser del Papa, creo haberme dado cuenta de algo. Este hombre que despierta emociones en todo el mundo, tiene un tendón de Aquiles, una debilidad, un motor especial. Así como Juan XXIII fue "El Papa Bueno", Pablo VI fue "el Papa en la tempestad", así como Juan Pablo II fue "el Papa viajero", Francisco demostró tener una misión especial: la juventud.

De este modo, la próxima vez que los jóvenes entonen las estrofas de la famosa canción "Esta es la juventud del Papa", sepan que en el corazón del hombre que viste de blanco sobre el escenario resuena la misma melodía, pero en otra dirección: "Este es el Papa de la Juventud".


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